Cervantino 2011. Crónica de una fiesta anunciada.


Escuchas relatos acerca de las aventuras de quien agarra unas maletas y en ella deposita los deseos de vivir una experiencia “Cervantina” y a decir verdad, yo pensaba:
-ni ha de ser tan “pro” eso de beber dos o tres días en la calle, rodeado de miles y miles de personas, con tus amigos o novia y sin contar los espectáculos que puedes presenciar, etc.
Pero… hay que vivirlo.

He aquí el nuestro en resumen:

Partimos cerca de la 1:00am el jueves 27 de octubre, fuera de la FES Acatlàn, Yolotzin mi novia, y tres amigos mas, no sin antes comprar víveres para sobrevivir al viaje (al menos al recorrido en bus), lo esencial nada mas, cerveza, ron, whiskey, cigarros, botanas y pues, algunas cosas enlatadas, galletas y leche; el camino fue bastante ameno con música, platica, humo de cigarros y yerba en el aire, así como vasos rojos de fiesta llenos.

Al llegar a Guanajuato, a no más de 100 metros de la caseta que da bienvenida al Estado, encontramos una opción de hospedaje bastante atractiva, misma que tomamos graciosamente con un grupo de 6 que se unió a nosotros, resulta gracioso por tratarse de estudiantes de MAC ( Matemáticas Aplicadas a la Computación) y por ser nosotros 5 sociólogos, no es impedimento pues, para la convivencia, yo no lo creo así, sin embargo se acostumbran hostilidades por parte de una y otra carrera, ya saben, como con los arquitectos, ingenieros, actuarios y demás contra historiadores, filósofos, economistas y tipos como nosotros de quien adivinaron a primera vista nuestra ocupación, estudiantes de sociología. En fin, fue gracioso y la comunicación con ellos fue limitada y no obstante buena por fines encaminados al bien común.

Una vez instalados, Guanajuato nos enamoro con su arquitectura y nos puso a jugar al fotógrafo. Siendo el viernes 28, cumpleaños de mi amigo Loui’ Smalls, nos dispusimos a celebrarlo en la calle con una pizza gourmet deliciosa, vino tinto de la cava de Loui’ padre y opera. Todo esto en uno de los tantos callejones entrañables que engalanan los barrios, así pues, pasamos de la opera al Bella Ciao de una banda ecuatoriana de música fusión, muy prendida en el marco del “Cervantino Callejero”, mismos que pusieron a todos a bailar. Más tarde a escuchar a la Santanera, caminar la calle, risas, bebida y regreso a la casa a copear como celebración.

Sábado 29, por la tarde pizza nuevamente con el delicioso chimichurri local, Kid Koala y MUTEK en la alhóndiga, encuentro con amigos, cerveza y el reggae de Casa Verde colectivo, camino largo al Bar FLy en donde no cabía una persona más, era caro, si, pero la música buena y el ambiente igual. Saliendo de ahí con la pila full, contratamos a unos norteños para tocar 2 canciones por $20.00 y una cuba, mismos que agarraron más gente y más dinero al oírlos tocar, cabe mencionar que se dio el cambio de horario y por lo tanto no teníamos una hora más de sueño sino de fiesta. Alrededor de las 4:00am, la policía comenzaba a desalojar la calle, por lo cual decidimos no estar de acuerdo y al corear “a estudiar, a estudiar o de poli has de acabar”, fuimos reprimidos y detenidos, así es, libertad de expresión como en todo el país, nos golpearon y yo fui esposado incluso. Al final, una vez en el MP, sin ser juzgados fuimos liberados pronto por un policía consciente; consciente de que no hicimos nada más que decir la verdad, en este país la cosa esta jodida y tal vez por eso el es policía.

Domingo 30. Ultimo día en Guanajuato, el gran cierre del FIC 2011. En primer lugar, el obligado callejón del beso si vas como yo con tu amada, caminata al mirador del monumento al pípila donde se toma a gusto con una magnifica vista de la ciudad, incluyendo la majestuosa Universidad de Guanajuato. De comer, enchiladas mineras típicas del Estado, cantos en compañía de un guitarrista que tocaba todas las que le pedían, de Los Héroes del Silencio a Vicente Fernández y Goyas auriazules con orgullo. Cerca del final, emprendimos camino a la Alhóndiga de Granaditas, donde un grande del rock decía bye bye, Miguel Ríos por supuesto. No alcanzamos lugar pero el sonido era bastante bueno siendo a la intemperie y así disfrutamos de un cierre de Cervantino memorable, cuando se cierra la carrera de este señor a unisonó.

Mi opinión acerca de este festival ha cambiado por completo, como dije al principio, hay que vivirlo. No se trata de estar constantemente ebrio, no, sin embargo se disfruta la fiesta por el ambiente que te rodea, es la gente, la ciudad, la belleza de las calles, del arte, de la música en especifico como en nuestro caso, los amigos, el amor, es sin duda una experiencia muy agradable que seguro el próximo año hemos de volver a vivir.

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